En el suplemento Babelia de El País del sábado 28 de octubre venía un artículo muy interesante sobre las traducciones y los traductores: Homero no escribía en español; en especial el siguiente párrafo: "¿Es cierto, pues, que cada generación necesita una nueva versión de los clásicos? ¿Isabel García Adánez, que el año pasado publicó su traducción de La montaña mágica (Edhasa), opina que sí. La versión anterior, de Mario Verdaguer, tenía ya 70 años. Y la novela de Thomas Mann, 81. "Lo que para Verdaguer era un contemporáneo, para mí es un clásico", señala Adánez. "Amén de que el texto estuviera incompleto, ahora sabemos más sobre Mann, hay más fuentes -sus diarios, por ejemplo-, más distancia, más apoyos. No sé si la versión nueva es mejor, sí es más consciente, más precisa, más documentada". Carlos García Gual, traductor de la Odisea (Alianza), abunda en esa opinión: "Ahora conocemos mejor a Homero. Por lo demás, cada traducción revela el tiempo del traductor. Las del siglo XVIII, por ejemplo, hoy nos parecen frías. Los grandes poetas deben traducirse una y otra vez. Los clásicos no envejecen, las traducciones de los clásicos, sí". No obstante, hay versiones que han envejecido bien. El propio García Gual señala la que Diego López de Cortegana hizo en el siglo XVI de El asno de oro, de Apuleyo. Sus colegas añaden sus propios emparejamientos: Emilio García Gómez y los poetas arábigo-andaluces, Lydia Kúper y Guerra y Paz, el poeta Ángel Crespo y la Divina comedia, Laureano Ramírez y Los mandarines, de Wu Jingzi, o Javier Marías y el Tristram Shandy, de Lawrence Sterne." Puedes leerlo entero en la página web de El País .
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